Naciste en Tánger, en 1948, y es un aspecto que suele quedar
desdibujado en tus entrevistas, cuando es un lugar y una época fascinante
(Burroughs, Casablanca, etc.) ¿Cómo fue crecer en un país colonial?
Era una película, casi Lo que el viento se llevó. Mira,
Casablanca originariamente no se llamaba así, sino que se llamaba Tánger… pero
no podían utilizarla en el título porque la habían bombardeado, y realmente
Casablanca era zona francesa clara. Tánger era zona internacional por aquel
entonces y los marroquíes, los de Rabat, la llamaban “la prostituta” ya que se
había acostado con todos: portugueses, ingleses, españoles, alemanes… El
ambiente de Casablanca era el ambiente de Tánger. Todavía, hace unos años,
yendo por la calle se me acerca un chiquito y me dice: “¿Marihuana? No,
gracias. ¿Hachís? No, no. ¿Coca? No, no. ¿Un chico? No, no, no tampoco. ¿Una
chica entonces?”. Y ya le dije, “Anda, toma un dírham y déjame en paz”.
(Risas). Eso, claro, no ocurre en la Casablanca histórica que yo conocí, que
era virtualmente una ciudad francesa. Tánger, en cambio, era una ciudad
mestiza.
Tánger tenía status internacional desde 1912, bajo el pacto
entre España y Francia. Tiene fama, en los textos de inicios de siglo, de ser
un nido de espías.
Total. Cuando era pequeñín, veías de pronto una lancha,
cerca del puerto; se acercaba a la playa y empezaban a tirar sacas. Eran
relojes, armas, etc. Tánger era la típica ciudad donde podías hacer una fortuna
en tres meses… y perderla en otros tres. De hecho, mi padre se arruinó.
Precisamente queremos preguntarte por tu padre biológico,
Willy Verstrynge-Thalloen, cuya biografía es propia de una novela de Joseph
Conrad.
¡No sé si tanto como Conrad! (Risas) Él se metió en política
en Bélgica, pero no debió de irle muy bien ya que se fue luego al Congo. Allí
fue pianista en Leopoldville, la actual Kinshasa, y después se vino a
Marruecos, concretamente a Larache. Luego a Tánger, que era el único sitio
donde podía prosperar. Me acuerdo de que una vez consiguió un contrato con el
ejército francés, del protectorado, para hacerles jabón y contrató a su vez a
un ingeniero polaco que decía saber hacer el jabón. Este jabón, una vez
fabricado, llevaba la sosa cáustica a la superficie. ¡Los tíos se quemaban! Los
franceses no tenían muy buena opinión de él, claro (risas), aunque fue
involuntario por su parte. Con el negocio del crin se arruinó por primera vez.
¿Cómo era la convivencia multiétnica en ese Marruecos
colonial?
Era buena. Hombre, en toda colonia (aunque se llamara
protectorado) están los que trabajan para los demás. Eran evidentemente la masa
de población árabe.
Orwell tiene una cita muy conocida sobre esto “…en una
colonia cualquier funcionario colonial acaba haciendo algo sucio”.
Los franceses, en su trato cocon los marroquíes, eran duros.
El trato de los españoles con los marroquíes no era tan duro, motivo por el
cual había unos cuantos, no muchos, matrimonios entre españolas y marroquíes.
Para ellas, casarse con un marroquí rico significaba un ascenso en la escala
social. Ese tipo de unión en el Marruecos francés era prácticamente
infinitesimal. Pero las dos relaciones se basaban en el desprecio al moro, lo
cual era injusto. El término moro en mi infancia no era peyorativo, por eso lo
utilizo mucho. El marroquí, al igual que más gente, lo que quiere es que le
trates con dignidad. Si lo haces así, no tienes ningún problema. Si le tratas
como un perro, acaba mordiendo. Y con toda la razón.
¿Cómo se vivía allí? Se vivía de cine. Había tres capas…
mejor cuatro. Los marroquíes de abajo que eran los que trabajaban en español,
con salarios muy bajos, bajísimos. Luego estaba una capa de marroquíes ricos,
que explotaban a los anteriores, a los de abajo, hasta el tuétano. Los europeos
eran más considerados, pero los marroquíes ricos eran peores. El problema de
Marruecos es que tiene una clase dominante desastrosa: es un pueblo maravilloso
pero tiene ese problema. Por encima estaban los judíos, y por encima estaban
los europeos. A la cabeza de estos últimos estaban los franceses. Pero la
convivencia era buena: es más, incluso la convivencia de musulmanes y judíos
era buena. Compartían la misma cultura alimentaria, compartían muchos gustos
musicales y no había antisemitismo. En el Islam originariamente no lo había, no
lo hay, pero comenzó a raíz dela constitución del Estado de Israel.
Todos esos judíos serían en gran parte del exilio sefardí.
Sí, sí, muchos. Especialmente en Tetuán, pero también en
Tánger había una comunidad importante. Todos esos Ben-Hassan, Abitbol,
Ben-Amun… todos mis amigos judíos venían de Tánger. Se llevaban todos muy mal
con mi padre, porque mi padre era antisemita y los judíos lo sabían.
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